sábado, 15 de abril de 2017

HISTORIA DE LA MONEDA. EL ORIGEN DIVINO DE UNA PALABRA “SAGRADA”

HISTORIA DE LA MONEDA. EL ORIGEN DIVINO DE UNA PALABRA “SAGRADA”
Historia del Dinero

Por Econ. Héctor Jiménez


¿QUÉ RELACIÓN TIENE LA PALABRA “MONEDA” CON UNA DIOSA ROMANA?

Te sorprenderá saber que mucho.

Juno, reina de los dioses, patrona de Roma; era la esposa de Júpiter, el dios supremo. Protectora del noviazgo, el matrimonio, el embarazo, el parto y la maternidad.

Como se ve, Juno cubría bajo su manto protector, cada etapa de la vida de las mujeres. Simbolizaba la dignidad femenina, y era modelo a imitar por todas las romanas, para llegar a ser virtuosas matronas.

Si observamos las representaciones de la diosa, en pinturas y esculturas, notaremos su belleza sobria, digna, casta. En dichas imágenes, no podríamos decir si es joven o mayor, está en un “momento óptimo”. La suya, es esa edad en que la mujer puede ser deseada como esposa, y adorada como madre. Su imagen, nos llega muy alejada de la frescura pícara, con que los artistas representan a Venus, la diosa del amor. En Juno, la sociedad romana buscaba exaltar el ambiente, íntimo y venerable, del hogar y la familia. Lo cual reafirmaba, por cierto, el papel secundario de la mujer, relegada al rol de señora de la casa.

Por cierto, el mes de JUNIO, fue nombrado en su honor. Y, dentro de las costumbres de la época, se consideraba el más propicio para los casamientos.

En una de las siete colinas de Roma, la Capitolina, le estaba consagrado un templo a la consorte de Júpiter. Donde era adorada en su advocación de Juno Moneta, es decir, Juno la que avisa o advierte. MONETA, viene del latín monere, que significa, a su vez, advertir, enseñar o recordar.

Cuentan que, en el año 390 antes de Cristo (a.C.), Roma sufría el ataque de los galos, pueblo bárbaro. A punto de penetrar en la ciudad, el enemigo fue delatado por los gansos consagrados a Juno, en su templo capitolino. Dando oportunidad, a los defensores de la urbe, de repeler el ataque. Se consideró el “aviso” como un prodigio obrado por la diosa, y desde entonces se le dio el epíteto Moneta.

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Anexa al templo de Juno Moneta, se estableció la primera ceca (fábrica de moneda), de la ciudad de Roma. Corría el año 269 a.C., y las instalaciones quedaron bajo el amparo de la diosa. En esta ceca, se fabricaron las primeras monedas propiamente romanas, para servir de medio de cambio.

Las piezas dinerarias, salidas de esta fragua primigenia, se relacionaron con el calificativo de la diosa, es decir, con “Moneta”.

Contribuyó a esta amalgama de ideas, hechos y símbolos, la proximidad de la ceca y el templo. Pero también, el patronazgo ejercido por la diosa Juno Moneta, sobre la fábrica de dinero. Y, asimismo, el hecho que la imagen de la patrona de Roma, fuera estampada en algunas de las primeras MONEDAS.

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DE LA PECUNIA AL AUREO. LA MONEDA EN ROMA

La primera unidad de valor, para el intercambio, utilizada por los romanos, fue el ganado. En latín, se llamaba pecua o pecunia a los animales de corral, y de allí nos viene “pecuniario”, para referirnos a asuntos de dinero.

No es que todo se cambiara por bueyes, cerdos u ovejas; ni se iba al mercado arreando la manada. Lo que se hacía era convertir el valor de las mercancías, a su equivalente en animales. Así, si deseábamos cambiar trigo por tela, se calculaba la cantidad necesaria, de uno y otra, para adquirir un cordero.

Supongamos:
Si con cuatro sacos de trigo compraba una oveja; y con dos rollos de tela, también.
Entonces, cada rollo de tela, se correspondería a dos sacos de cereal.

Más que una moneda, la pecunia era una referencia del valor de todas las mercancías, para facilitar los intercambios. Lo cual, por cierto, es una de las funciones del dinero, servir como unidad de cuenta o medida.

Se explica esta práctica, probablemente, por el uso ancestral de los animales para el trueque, por parte de los romanos. Obteniendo, gracias a sus rebaños, todo lo restante, necesario para la vida.

El paso siguiente, emplear metales como medio de cambio, como dinero, vino a través de lingotes de cobre. El valor de los mismos venía dado por su peso, pero era diferente en cada uno de ellos. No era moneda acuñada, ni la emitía autoridad monetaria alguna, cualquiera podía fundir el mineral en barras. Al no estar regulada su manufactura, obligaba a calcular el peso y valorar la pureza del metal, en cada transacción. Lo cual implicaba ciertas incomodidades, las cuales serían subsanadas con posterioridad, con la aparición de monedas estandarizadas.

Es interesante resaltar que, en algunos lingotes, se añadía la figura de algún animal, como elefantes, cerdos, bueyes u ovejas. Manteniéndose ligado el valor de cambio, con el símbolo de la riqueza por excelencia, es decir, la posesión de rebaños.

La influencia del comercio con otros pueblos, hizo que las toscas barras, dieran paso a una pieza redonda, de bronce. Dicha pieza, el AS, era más cercana a la idea que actualmente tenemos del dinero. Contaba incluso con divisiones, y su peso, fue con el tiempo, estandarizado en una libra romana (273 gramos actuales).

Fueron ases, por cierto, las primeras monedas fabricadas, en el cuño vecino al templo de Juno Moneta.

Fracciones del as fueron:
• El semis, un medio.
• El triens, un tercio.
• El cuadrans, un cuarto.
• El sextans, un sexto.
• Y, la uncia, un doceavo de as

Por otra parte, sus múltiplos fueron:
• El dupondio, dos ases.
• El tripondio, tres ases.
• El decapondio, diez ases.
• Y, EL FAMOSO TALENTO ROMANO, o centupondio, equivalente a 100 ases.

Posteriormente, aparecerían EL DENARIO, acuñado en plata; y el áureo, en oro, con sus respectivas divisiones y múltiplos.

Para este momento, el Estado, había asumido la potestad exclusiva de fabricar numerario, especialmente las monedas de oro y plata. Aunque, hubo más flexibilidad con la elaboración de monedas en otros metales, como el bronce, el cobre o el oricalco. Permitiendo incluso, a las ciudades y provincias, emitir dinero fraccionario, usando minerales de poco valor.

Por eso, cuando tenga en sus manos una MONEDA, trátela con reverencia, su origen es un prodigio, humano y divino.

Nota: Agradecemos al Econ. Héctor Jiménez @13CarpeDiem13 el aporte del presente artículo.

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